Entre la duermevela y el delirio, la imagen de Teresa, joven y plena, aparecía una y otra vez en sus ensoñaciones. La veía acercarse hacia él en un prado lleno de flores, con los brazos extendidos, con su sonrisa franca y limpia y sus ojos melados brillantes y luminosos. Se reía, giraba sobre sí misma como una peonza, llena de gracia y de delicadeza, y de ese movimiento surgían rayos de luz multicolor que llenaban todo de vida.
—El mundo es demasiado grande —susurró Enrique.
El maestro de obra de las catedrales de Burgos y de León falleció al mediodía del 10 de julio de 1277; pocos instantes después lo hizo su hija Isabel. Ambos fueron enterrados juntos. Aquel día el sol brillaba luminoso y pleno sobre el cielo de Burgos, que lucía un azul esplendoroso, «el azul más bello del mundo». A esa misma hora los rayos del sol penetraban por las vidrieras de la catedral de León como un torrente de luz desbordado desde una catarata multicolor. Teresa y Enrique vivían al fin.
F
ernando III (1201-1252), rey de Castilla y León, fue canonizado y la Iglesia católica lo considera santo. Su hijo Alfonso X (1221-1284) es conocido como El Sabio, y su mecenazgo cultural fue uno de los más importantes del Medievo. Sancho IV (1247-1296) fue ratificado como heredero al trono de Castilla y León en las Cortes de Segovia de 1278, en contra de los derechos de los herederos legítimos, los infantes de la Cerda, hijos del príncipe don Fernando. Don Sancho exigió la abdicación de su padre Alfonso X y en las Cortes de Valladolid, las ciudades y la nobleza le apoyaron y le confiaron el gobierno del reino, aunque sin ostentar el título de rey, que se reservó para Alfonso X hasta que muriera. Cuatro años después, las Cortes decidieron la deposición de Alfonso X; sólo Murcia, Jaén, Córdoba y Sevilla lo mantuvieron como soberano. Ese año de 1282 estalló una guerra civil y Alfonso X comenzó a recuperar apoyos. A mediados de 1283 ya había conseguido el control de todos sus reinos. Sintiéndose morir, Alfonso X pidió que su corazón fuera enterrado en el monte del Calvario en Jerusalén. El rey Sabio falleció el 4 de abril en Sevilla. Desde entonces, Castilla y León atravesaron una larguísima crisis que duró toda la Baja Edad Media. Granada, el último reino musulmán en la península Ibérica, no fue conquistado hasta 1492. Entre 1180 y 1277 ochenta catedrales y quinientas abadías y monasterios fueron construidos sólo en Francia, y varios centenares más en el resto de Europa, en el nuevo estilo de la luz, el gótico. En la península Ibérica, de la catedral gótica de Compostela sólo llegaron a realizarse los cimientos de la cabecera, pues enseguida se abandonó ese gran proyecto; hoy sigue en pie el templo románico. Las catedrales de Burgos, León y Toledo fueron acabadas en la segunda mitad del siglo XIII, aunque fueron complementadas con añadidos y ampliaciones en las centurias siguientes. Son consideradas los mejores ejemplos del gótico hispano del siglo XIII. A pesar de su magnitud, del tiempo empleado en levantarlas, de las muchas personas que intervinieron en su fábrica y de su trascendencia social y artística, apenas existen documentos sobre la construcción de las catedrales góticas, y la identidad de la mayoría de sus maestros y oficiales constructores sigue siendo un misterio. Pero son una prueba palmaria de que hubo un tiempo en la llamada Edad Media en el que el ser humano se supo capaz de poder emular la grandeza de la propia Creación, y eso fue posible porque unos cuantos iluminados encontraron la armonía de la proporción gracias a una simple relación matemática a la que llamaron el número de Dios.
Un elevado porcentaje de las gentes que trabajaron en la construcción de las catedrales fueron mujeres. Algunas de ellas fueron maestras de taller e incluso maestras de obra, como Sabine de Pierrefonds, que esculpió estatuas en la catedral de Nuestra Señora de París y formó taller con oficiales y aprendices. Otras fueron grandes pintoras de frescos, retablos y miniaturas, pero la historia académica, dominada y monopolizada durante siglos por hombres y por un sistema cultural basado en el dominio político y en la exclusión social, las ha relegado. Media humanidad, las mujeres, ha sido olvidada y marginada, cuando no despreciada y humillada por un sistema basado en el principio absurdo de que el hombre es superior a la mujer «por naturaleza».
Teresa Rendol y su padre Arnal Rendol son los dos únicos personajes protagonistas inventados en esta novela; todos los demás fueron reales y vivieron en aquella larga centuria luminosa, el siglo del culto al amor y a la inteligencia, comprendida entre 1120 y 1250, en la que por una vez, sólo por una vez en la historia anterior al siglo XX, las mujeres lograron alcanzar, por sí mismas, un lugar casi parejo al del hombre. Teresa Rendol es un personaje de ficción, pero su ideal de vida palpita en cada ser humano que cree que un mundo mejor, más justo y más libre es, pese a todo, posible. Teresa Rendol nunca existió… ¿o tal vez sí?
Escribí esta novela entre los meses de marzo y julio de 2004. Durante ese periodo el texto fue creciendo y enriqueciéndose gracias a muchas horas de conversación que, en torno al papel de las mujeres en la sociedad del siglo XIII y al trabajo en los talleres medievales, mantuve con mis colegas de la Universidad de Zaragoza y excelentes medievalistas Dra. María del Carmen García Herrero y Dr. Germán Navarro Espinach, de quienes aprendí mucho y a quienes agradezco su desinteresado magisterio. Mi editor, Daniel Fernández, ha sido esencial en esta edición; gracias también a él por sus consejos y por disfrutar de su amistad.
Poemas citados (en cursiva los versos suprimidos)
GUILLEM D'AQUITANIA
(GUILLERMO IX, DUQUE DE AQUITANIA)
Companho, tant ai agutz d 'avols conres
qu 'ieu non puesc mudar no 'n chan e que no 'm pes:
enpero no vueill c'om sapcha mon afar de maintas res.
E dirai vos m'entendensa, de que es:
no m'azauta cons gardatz ni gorcs ses peis,
ni gabars de malvatz homes c'om de lor faitz non agues.
Senher Dieus, quez es del mon capdels e reis,
qui anc premier gardet con, com non esteis?
C'anc no fo mestiers ni garda c'a sidons estes sordeis.
Pero dirai vos de con, cals es sa leis,
com sel hom que mal n'a fait e peitz n'a pres:
si c[om] autra res en merma, qui'n pana, e cons en creis.
E sel qui no volra 'n creire mos castei
.
an ho vezerpres lo bosc, en un devei
.:
per un albre c 'om hi tailla n 'i naison [ho] dos o treis
.
E quan lo bocx es taillatz, nais plus espe
.;
e'l senher no'npert son comte si sos se
.:
a reversplanh hom la tala, si'ldampn… Tortz es co… dan no'i a
.
Farai un vers, pos mi sonel
.
e'm vauc e m 'estauc al solelh
.
Donnas i a de mal consel
.,
e sai dir cal
.:
celias c'amor de cavalier tornon a mals
.
Donna nofai pechat morta
.
qe ama cavalier lea
.:
mas s 'ama monge o clerga
.,
non es raiz
.:
per dreg la deuri'hom cremar ab un tezo
.
En Alvergnhe, part Lemoz
.,
m 'en anei totz sois a tap
.;
trobei la moller d'en Guar
.
e d 'en Bernar
.;
saluderon mi simplamentz per san Launart
.
La una 'm diz en son lati
.:
«
O, Dieus vos salv, don peleri
.;
mout mi semblatz de belh aizi
.,
mon escien
.;
mas trop vezem anarpel mond de folla gent
.»
Ar auzires c'ai respondut
.;
anc no li diz ni ba ni but
.,
nifer nifust no ai mentaugut
.,
mas sol aita
.:
«
Babariol, babariol, babarian
.»
So diz n 'Agnes a n 'Ermesse
.:
«
Trobat avem q'anam quere
.:
sor, per amor Deu, l'albergue
.,
qe ben es mut
.,
eja per lui nostre conselh non er sabutz
.»
La una m pres sotz son mante
.
e mes m 'en la cambra el forne
.:
sapchatz q'a mifo bon e be
.,
e'l focs fo bo
.,
et eu calfei me volentiers ais gros carbos
.
A manjar mi deron capo
.,
e sapchatz agui mais de do
.,
e no 'i ac cog ni cogastro
.,
ma sol nos tre
.;
e’l pans fo blancs e’l vins fo bos el pebr'espes
.
Sor, si aqest hom es ginho
.
ni laicha a parlar per no
.,
nos aportem nostre gat ro
.
de mantemen
.,
qe’l fara parlar az estros, si de re 'nz ment
.»
N'Agnes anet per l'enoio
.,
efo granz et ag loncz guinho
.:
e eu, can le vi entre no
.,
aig n 'espaven
.,
qe a pauc no perdei l'amor e l’ardiment
.
Quant aguem begut e manjat,
eu mi despoillei per lor grat;
detras m'aporteron lo gat
mal e felón:
la una'l tira del costat tro al talón.
Per la coa de mantenen
tira'l gat, et el escoisen:
plajas mi feron mais de cen
aquella vetz,
mas eu no'm mogra ges enquers qi m'ausizetz.
Pos diz n'Agnes a n'Ermessen:
«Mutz es, qe ben es conoissen:
sor, del banh nos apareillem
e del sojorn.»
Veit jorn estei az aqel torn.
Tant las fotei com auziretz:
cen e quatre vint et ueit vetz,
q'a pauc no'i romped mos corretz
e mos arnés;
e no'us pues dir lo malaveg tan gran m'en pres.
Monet, tu m'iras al mati,
mo vers porteras el borsi
dreg a la molher d'en Guari
e d'en Bernat,
e diguas lor que per m'amor aucizo'l cat.
AFONSO EANES DO COTÓN
Marinha, o teu folgar
tenho eu por desacertado,
e ando maravilhado
de te nao ver rebentar;
pois tapo com esta minha
boca, a tua boca, Marinha;
e com este nariz meu,
tapo eu, Marinha, o teu;
com as maos te tapo as orelhas,
os olhos e as sobrancelhas,
tapo-te ao primeiro sonó;
com a minha piça o teu cono;
e como o nao faz nenhum,
com os colhoes te tapo o cu.
E nao rebentas, Marinha?